sábado, 28 de enero de 2017

A René Gatopardo le publican su reportaje

El encantamiento de René Gatopardo (por consideración a los demás, hay que hablar en tercera persona) hace que salte por los pasillos de la redacción. Los reporteros, enfilados en sus computadoras de escritorio, giran en cámara lenta para ver a Gatopardo.

Los ojos del joven René brillan y disparan electricidad hacia cualquier parte. Y es que sólo tiene ojos para lo que vio en la oficina de la editora. ¡Su reportaje saldrá en la portada de la revista The Sohice! El mismo que le hizo a la comunidad más deprimente del mundo: Los Solitarios y Callados Cabezas Gachas. Aún recuerda la recomendación de su amigo (en el periodismo hay que tener gente que filtre historias. Además de amigos que siempre te publiquen en sus revistas) para visitar el lugar donde vivían semejantes seres.

Su reportaje investigaba la indescifrable vida lejos de las redes sociales y los tacos de guisado, lo narraba de forma atractiva (describirlo así aumentaba las posibilidades de verse como un buen reportaje) y explicaba que Los Solitarios y Callados Cabezas Gachas no eran más que unos seres que se sentían seguros caminando encorvados, en lugar de ser capturados hacia la atención de los mil amigos y los tacos de tortita de carne y chile relleno. René Gatopardo sonríe y rodea la redacción cuando, de pronto, su mirada hechiza a dos reporteros.

“Salió de la oficina de la jefa, ¿verdad?”, murmuró uno de ellos. “Eso creo, Joshua”, respondió su compañera. “Mmm… Ya sé lo que pasó ahí”, dijo el reportero Joshua. “Ahí hicieron algo... ¡Ni lo dudes!”, afirmó Joshua muy convencido.

René Gatopardo no se detuvo y siguió por la redacción. Emitía rayos de alegría por sus ojos, hasta que éstos se cruzaron y crearon chispas con una caja de un escritorio. Se quebraron unas tazas. Fue como una explosión.

“¡Las tazas de la jefa!”, dijo el reportero Joshua. Se oyó como se abrió rápido una puerta, por la oficina de la editora y René Gatopardo… Bueno, yo, me espanté.

-¡¡¿Quién fue?!! -gritó la editora. Los reporteros volteaban hacia todos lados. El pinche Joshua me señaló.
-¡¡Pero si serás idiota, René!! ¡¡Mis tazas!! –dijo la editora mientras retenía la puerta de su oficina-. ¡¡¿Pero qué hiciste?!!-decía con las manos en la cabeza, acercándose hacia mí-. ¡¡¿No te das cuenta del gran favor que te hacemos?!! ¡¡Editamos tu pinche historia de los pendejos solitarios para ponerla en la portada y me rompes mis tazas que me regalaron!! –Puse mis manos atrás de la espalda y creí que la editora dejaría de decir esas cosas pero no se detenía.
-¡¡Además, no mames, no sé si ya te hayas dado cuenta que no sabes escribir, cabrón!! -decía mientras veía cada taza rota-. ¡Combinas pinches puntos de vista sin sentido con metáforas muy pobres sobre la comida! ¡Nos chingas a todos para corregir tus textos y ver cómo iniciar, porque siempre empiezas con lo menos interesante! –ante cada taza, subían los insultos.
-¡¡O sea, no mames!!... ¡¡No lo entiendes porque crees saber escribir y tener una visión muy chingona, cuando no eres más que otro imbécil que busca ser alabado!! ¡Y créeme que tus compañeros comparten lo mismo que yo!
Algunos se levantaron y dijeron: “¡Ya, ya!”… No entendía por qué la editora me decía eso. Si se refería al reportaje de Los Solitarios y Callados Cabezas Gachas o a mi escritura en general. La verdad empezaba a sentirme con la garganta por los suelos.
-¡¡A ver, René, que te lo digan si son muy tus amigos!! –repitió al ser encerrada en su oficina por unos compañeros.

“Bueno, Gatopardo”…, dijo la compañera Leslie acercándose. “La verdad es que lo que dice la jefa es cierto… Pero no te sientas mal. No todos tienen el don de escribir”.

Después el cabrón de Joshua me dio una palmadita en la espalda. “Amigo René, quizás seas muy bueno… No sé, poniendo la grabadora en la boca de las personas y transcribiendo la grabación. Pero ya estructurando las ideas para un texto, pues simplemente no es lo tuyo. No se te da. ¡Hay que aceptarlo, amigo!”, añadió con una serie de palmaditas el muy hijo de su madre.

¿Por qué me tenían qué decir todo esto a mí?, pensaba a punto de quitar el brillo a mis ojos. Todos abalanzados sobre mí, sin pensar en lo contentos que estaríamos al leer el nuevo número de The Sohice.

No había otra opción más que ir a la oficina y enfrentarme con la editora. Juntos romperíamos los ejemplares de la revista para intentar pegar las tazas rotas. 

viernes, 4 de diciembre de 2015

Amas de Casa: la protesta



Las Amas de Casa salieron de sus casas para cerrar la calle de Derechos de las Amas de Casa. Aún no terminan de preparar la comida pero ya están protestando.  “¡Aprovechemos!”, dijeron. “¡Esta situación!”.

El vendedor de algodones de azúcar le entregaría un algodón rosa a la chica de blusa crema y pantalón de mezclilla azul, apretado, con ese trasero cautivante. Parece que la venta no se concretará. Le calificarán negativo en MercadoLibre. Seguirá caminando por las calles con los diecisiete algodones. Ni uno menos.

Los policías resguardando las calles. ¿Cómo sabían que debían proteger las calles? ¿Quién dio el aviso? ¿Y la sorpresa del ataque? ¡Pero si ya todo estaba planeado! ¿Qué no se dan cuenta?

Las Amas de Casa tenían que hacer algo. Para que se viera que no eran pasivas, que había descontento en las casas. Estaban hartas. ¿Por qué debemos hacer todo? La comida, la limpieza, ver los programas de revista, etc. ¿Por qué siempre nosotras? ¿Y qué con la liberación femenina? ¿No llegó a todo México?
En otra información, está En Vivo el reportero Cristóbal Efraín, ansioso por comunicarse en treinta segundos.  

“¡Las Amas de Casa han creado todo un alboroto en la calle! Mientras que el vendedor de algodones de azúcar está atrapado entre Derechos de las Amas de Casa y la calle Quema Violenta, sabemos por información que hemos logrado averiguar que la chica espera su algodón de azúcar en la esquina de Quema Violenta… ¿Te escucho?... Sí, hasta el momento las Amas de Casa se dividieron en dos grupos: el primero sostendrá un diálogo con los policías de Derechos de las Amas de Casa, se prevé será en los próximos minutos; mientras que el segundo grupo ya ha comenzado a lanzar rayos visuales hacia los policías de Quema Violenta, los policías han logrado contenerlos con sus escudos… Ningún herido hasta el momento. Adelante con mi reporte”, informó el reportero Cristóbal Efraín.

Los policías se lamentaban tocándose los ojos. 

“¡NO!”, suplicó Policía Pancho. “¡ASÍ NO!”.
Policía Nelson reclamó: “¡BOLA DE PENDEJAS!”… “¡MIS OJOS!”… “¡POR ESO NO SALEN DE LA CASA!”.

¿Las Amas de Casa vieron más noticias de lo normal los últimos días? El Canal 2 mostraba marchas. El conductor del noticiero acomodándose el nudo de la corbata, a punto de salir al aire. Las Amas de Casa debieron ponerse a ver los programas de manualidades: como los equivalentes de Art Attack pero en Fox life, donde aprenden a diseñar cosas espantosas con lo que va quedando en casa. 

Amadas y odiadas por igual, las Amas de Casa ocupan la calle. 

“¡Las Amas de Casa se mantienen unidas!”, anunció el reportero Cristóbal Efraín, inseguro sobre si ya salía al aire, preocupado de si caerían golpes visuales a su cabeza. “Cuando lo ideal sería que se despegaran… Su postura parece que es formar un cerco, los policías invitan a que las Amas de Casa rectifiquen y sostengan el diálogo con las autoridades, esto para conseguir que la chica salga de donde se encuentra atrapada… Aquí nos mantendremos”, señaló escalofriantemente nervioso.   

La chica suelta un chiflido. Allá va el vendedor de algodones. Pero las Amas de Casa de Derechos se percatan. Detienen al vendedor. Las Amas de Casa de Quema Violenta ven con desprecio a la chica. La iban a quemar con galones de gasolina. 

Desde Derechos de las Amas de Casa, el sector moderado de Amas de Casa detiene con palabras dulces la gasolina que lanzan Amas de Casa Extremas. El vendedor de algodones huye. Si quiere salir, tendrá que pasar por los policías.

sábado, 14 de noviembre de 2015

Una película de Batman





Miguel Jiménez, 2015 ©©

Me molesta que la gente no crea que sea Batman. Estúpidos muertos de hambre. Soy joven y visto cool, pero eso no quiere decir que no sea Batman. Vestido de Batman he golpeado a forajidos/Mi papá pasa al baño y, ya sabes, tengo que peinarme y, el olor…/. Iré con Alfred, para que me dé mi traje. Lo debe tener listo. Voy apagar la tele.

Frente a la pantalla, Pancho y Rafa ven la película junto a seis personas más. La sala está casi vacía. 

Pancho: ¿Cuándo perdimos nuestro criterio? 
Rafa: Cállate, pendeja. 
Pancho: Esta película es tristísima. 
Rafa: Pero no es para que llores. 
Pancho: ¿Quién está llorando? 
Rafa: Tú, que no la estás captando.

“¡Shhh!”…, piden las seis personas.

Debo salir a Ciudad Gótica. Es de Noche. /Pasó un tiempo, esperé que se fuera el olor. Y ahora mi mamá entra al baño. Dime, ¿qué está pasando?/. Quizá ya no alcance microbús. La base termina y los microbuses  siguen su marcha por la calle. Yo soy el tipo que corre atrás de ellos para alcanzarlos.

Pancho cruza la pierna y bosteza. Voltea a ver a Rafa: él sonríe viendo la película.

Te llevaré un globo. No nos besaremos como Spiderman y Mary Jane porque, recuerda, soy Batman. Batman no hace esas cosas. /Ya te quiero ver. ¿Tu cara habrá cambiado?/. Debo comer algo y lavarme los dientes. A ver qué hay en el refri.

Pancho: Esto ya está tomando tintes cursis. 
Rafa: Deja verla, güey. 
Pancho: Esto no es arte. Y yo sé de arte. 
Rafa: Me siento fuerte, ¡pesado! 
Pancho: ¡No mames!...

Las seis personas detrás de Pancho y Rafa se percatan. 

“¡¿Qué?!” “¡No chingues!”. “¡Es Batman!”.

Rafa: ¿Sabes? Podría golpearte ahora mismo. 
Pancho: Mmm… No lo creo. 
Rafa: Pero como eres menso, prefiero disfrutar ser Batman. No me rasgaré las vestiduras. 
Pancho: ¿Y cómo vas a salir del cine, ¿eh? ¡Dime, Batman! 
Rafa: ¡Como un fan más!...

martes, 10 de noviembre de 2015

El presidente de las telenovelas




Le escribí un correo al presidente de las telenovelas, preguntándole si aún había imaginación para crear historias (México, pronto esto va a cambiar, te lo aseguro). ¿Usted alguna vez ha visto cómo hablan de las personas que ven telenovelas, como se dirigen hacia las señoras?, le dije. ¿Y qué con los hombres que también las ven? No, usted no sabe de lo que hablo. Usted no ve telenovelas.

El presidente de las telenovelas me respondió inmediatamente a mi correo de Gmail. Dijo que los guionistas ya no tenían imaginación pero qué mejor, así se ahorraban de buscar a alguien que sí la tuviera. Pero, ¿por qué le estoy contando esto?, dijo. ¿Ultimadamente, a usted qué le importa lo que haga con mis telenovelas?

Le contesté que podría ser escritor de sus telenovelas. Así empezaba la revolución. Sutilmente. Educaría al pueblo. Sutilmente. ¿Podría enviarle una historia clásica en .doc (Verá, trabajo desde una máquina Windows 98), escrita por mí, vendible y fácil de digerir, mejor que ese flan horneado que he comido?

El presidente de las telenovelas respondió que dejara de molestar. Y de inmediato enviara ese flan. Quería conocerlo para ver si podía lanzarlo al mercado, en su otra compañía de comida procesada que le generaba millones de dólares al año. Adjunte su historia, dijo, en PDF.

Le escribí que enviaría una caja de flanes horneados. Por cierto, ¿cómo era la paga por capítulo?
Jugosa, respondió días después. El capítulo estaba a 10 mil de los verdes, más comisiones si había lágrimas en la historia.

Escribir telenovelas empezaba a parecer seductor.

Le pregunté si podía convivir con las actrices. Algunas eran potencialmente sugerentes.

Tengo entendido, respondió, que sólo tienen acceso productores, actores y directores. Y yo, por supuesto. No estoy seguro si en ese orden, ja ja ja.

¿Qué pasaba con el rating? ¿Subían las comisiones?

El presidente de las telenovelas respondió que me preocupara por la historia, por mantener expectante al público sin preguntarse por qué. El éxito va para productores y el presidente. O sea yo, ja ja ja.

Le dije que él tenía una organización casi perfecta y me gustaría que esto no terminara en simples correos. Así empezaba la revolución. Sutilmente. Las telenovelas se alejarían de este mal que tanto daño ha hecho a México. Le propuse elevarlo al rango de Presidente de la Narrativa. Así yo sería el presidente de las telenovelas. Podemos probarlo por un tiempo.

Dijo que no. Nuestro compromiso es con el pueblo y para el pueblo, en forma de telenovelas. ¿Me va enviar el PDF sí o no? Que no me ha llegado. 

jueves, 9 de julio de 2015

El tigre en Times Square

El protagonista de la siguiente historia habla de un tigre agresivo que llegará a Times Square, el cual amenaza con acabar con la sociedad. Pero, ¿cómo es que el protagonista sabe eso? ¿Es cierto lo que dice?






El tigre en Times Square


Las pantallas de Times Square me ponían a alucinar. Asombrosas. La iluminación de las luces hacía brillar las calles con una claridad encantadora mientras pensaba: ¡Y es de madrugada! Blancos. Asiáticos. Negros. Latinos. Hindúes. Musulmanes. Después de las luces, cuando fue complicado dar el siguiente paso, percibí a las personas. El tigre. Tres negros bromeando. El tigre, endemoniadamente feroz, viene recorriendo Broadway desde el parque de Union Square. Salió del zoológico del Bronx. Nadie se dio cuenta. Empezó a desarrollarse durante el camino, el cuerpo colosal. Las calles de manhattan se ven como en television. Creo que el tigre iba a viajar en subway pero rechazó la idea. Por eso de los transbordos. Buena decisión. Anda por las calles. Pocos lo ven. Estábamos en Estados Unidos a. Pero cuando las personas ven al tigre, se asustan, intentan correr  y el tigre ya los tiene en su boca. Ha cruzado la Quinta Avenida. Nadie podrá con el tigre. La verdad es que estas luces nos están encantando, nos están devorando, nos tienen embobados. El tigre dijo que otros animales del zoológico llegarían después. Habló de gacelas y cocodrilos. Aunque no han confirmado asistencia. Pero el tigre sabe de lo que habla.
El humor entre la sociedad neoyorkina hacía preguntarme: “Ok, ¿por qué llego a deprimirme con tanta frecuencia, si la vida es tan animada?”. La depresión en Estados Unidos no existe a. No en Nueva York. Eso parece.

Cuando dije aquello, salió una noticia en los periódicos The New York Times y The Wall Street Journal:

90% de la sociedad neoyorkina padece depresión, según la NYU                                                                                           
El estudio se hizo con habitantes y turistas                                                                             
El 10% lo completan empleados de tiendas y vagabundos


Y quizá también lo completaban los pájaros, que eran un poco mensos. No saben volar. Te pueden volar la cabeza. Pero no parecían deprimidos.

El tigre va por la Sexta Avenida. Se acerca. Está hambriento. A veces nos olvidamos del tigre (quienes lo conocen). Entre tantos anuncios, tantas tiendas, tantas luces relucientes, tantas pizzas, tanto ambiente, lo olvidamos. Parece que el tigre hará de las suyas y se dejará ver en la gran pantalla. Y mandará un mensaje. Parece que yo sé mucho de esto. ¿Cómo es que sé tanto sobre el tigre? Diversiones. Las luces piden diversión. Aquí unos edificios 1, acá otros edificios 4, allá más edificios 3, aquí unos edificios 2, etc. Fotografías de pantallas coloridas. ¿Cómo hacer algo en contra del tigre? ¿Cómo combatirlo sin parecer un revolucionario? (La verdad es que los revolucionarios ya tienen mala imagen). El tigre ya viene por la Calle 37, como un auténtico depredador. No queremos al tigre. Si llega el tigre, las luces de Times Square se apagarán, las personas tomarán sus vidas y regresarán a casa para ver qué hacen. Aburrimiento. Vacío. Suicidios. Vamos a replantearnos la situación de pobreza mundial y a considerar los excesos del consumismo. 

En aquel momento, la decisión más justa y acertada que debía tomarse era que el tigre no llegará a Times Square. ¿Qué puedo hacer yo? ¿Tengo comunicación con el tigre? ¿Le puedo decir, no? La verdad es que no conozco al tigre: sólo me acuerdo de él. La velocidad del tigre es de 120 km/h. Tiene hambre. El retrato de nuestras vidas en las pantallas. ¿Qué más quiero si toda la cultura pop se reúne en una calle? ¿Por qué critico? ¿Por qué hablo del tigre? ¿Qué pasa conmigo? ¿Por qué encuentro una excusa para cualquier cosa? El tigre llegó a la Calle 39. Pasó dos calles repentinamente. Iba atacando a quien se encontrará: niños japoneses, negros con cuerpo temible, el egipcio del puesto de comida. Se lanzaba hacia todos, dejando heridos. Puede con todos. Algunas personas entraban en su boca. Las personas vamos corriendo y entrando a tiendas. La gran pantalla muestra la masacre. El tigre se adueno de las pantallas. Es un tigre malo. Se acerca a las mesas de La Plaza. Familias completas entran a la boca del tigre. La policía de Nueva York se acerca pero los avienta con tan sólo ir hacia él: vuelan como en una explosión. Atrás venían grupos de gacelas. Somos menos. Es un hecho que los visitantes de Times Square no sabían de la existencia de otros visitantes en Times Square. El tigre habla inglés. Debería inventar un idioma que hablemos todos. Ya que tiene tanto poder y se anima a atacar. Porque cada quien habla su idioma y eso, mmm... luego es incómodo.

Es El Tigre quien va a poner las reglas, no ustedes, ¿ok?, dice por la gran pantalla con voz de monstruo. ¡Oh, habló en español!